Desde los recientes 3 ó 4 años, vivimos un invisible cambio copernicano en la
relación entre la opinión pública y la clase política en nuestra sociedad.
Impulsados por la expansión del uso de las TICs, por la multiplicación
exponencial dee las redes sociales y por una acelerada toma de conciencia de las
multitudes ciudadanas acerca de ciertas injusticias, ciertos abusos y ciertas
inequidades que se vuelven inaceptables, la movilización de la
ciudadanía está modificando e interviniendo en la agenda pública.
Trayendo a colación la clásica metáfora leninista, aplicada al plano de
la comunicación política, diríamos que “los de abajo ya no
soportan seguir siendo gobernados como hasta ahora, y los de arriba no pueden
seguir gobernando como hasta ahora”.
Tres temas nos parecen ilustrativos de este cambio profundo en el “orden
comunicacional” del Chile de hoy: 1° los temas medioambientales, 2° el
centralismo y la regionalización y 3°, la educación pública.
Anteriormente la clase política y dirigente instalaba temas a través de los
medios y hacía girar todo el orden comunicacional alrededor de los tópicos de su
interés. Resultaban entonces debates duopólicos, entrevistas insípidas y
arregladas, dialogos falsos donde todos los entrevistados y panelistas movían
la cabeza como “perritos de taxi”. En suma, la agenda pública la construían los
medios desde el poder de las oligarquías instaladas, dando forma a una agenda de
medios sesgada por el dominio de los poderosos.
Pero algo cambió, salieron a la calle y se tomaron los espacios públicos las
multitudes ciudadanas. Salieron a paralizar las regiones y las comunas
alejadas como Magallanes y Aysen, como Freirina o Arica, y ellos instalaron el
problema del centralismo que aqueja al sistema político. Salieron las
multitudes a reclamar desde los ciudadanos por la defensa del medio ambiente, y
lograron paralizar Hidroaysén, Castilla, Agrosuper y Pascua Lama. Irrumpieron
los estudiantes en las calles y avenidas e instalaron palabras insolentes y
reclamos insumisos como “gratuidad”, “reforma tributaria”, “fin al lucro”,
“nueva Constitución”, “asamblea constituyente”…
Hace 4 años atrás hablar de reforma tributaria o de cambiar la
Constitución, era una herejía para “fumadores de opio” como dijo
un veterano senador: pues bien hoy, todos los actores políticos y candidatos
presidenciales hablan y discuten un tema que fue instalado por las multitudes
estudiantiles.
Las multitudes ciudadanas nos cambiaron el “agenda
setting“…
En otras palabras, la agenda ciudadana se tomó la
agenda pública y obligó a la agenda de los
medios, a referirse a las demandas y aspiraciones de una ciudadanía que
aparecía silenciada, olvidada, ninguneada.
¿No es esto un cambio mayor en nuestra conciencia como país
y en nuestro orden político y comunicacional?
Manuel Luis Rodríguez U.
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