SEGUNDA ÉPOCA

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domingo, 28 de abril de 2013

Las campañas, el programa y los movimientos sociales

La reciente semana ha dejado una serie de lecciones, de una campaña presidencial que parece no haber comenzado.  Las peleas públicas entre el pre-candidato de RN Allamand y el pre-candidato de la UDI Golborne, con amenazas, denuncias y declaraciones cruzadas, bordean en la deslealtad entre aliados,  ponen una nueva mancha de imagen pública y reafirman en muchos ciudadanos su rechazo a las prácticas políticas.

¿Cómo vamos a convencer a los jóvenes y ciudadanos que vayan a votar en primarias o en las elecciones de noviembre próximo, si los candidatos presidenciales de la derecha se tratan como enemigos y nos ofrecen el degradante espectáculo público y circense de "sacarse los ojos" entre ellos?

No perdamos de vista lo esencial: las campañas de las candidaturas presidenciales son instancias destinadas a escuchar a los ciudadanos en sus demandas y aspiraciones y, sobre todo, de reconocer a los postulantes en la coherencia y consistencia de sus propuestas, proyectos y programas.

En el caso de la candidatura de Michelle Bachelet, por su lado, vemos a la candidata del PS-PPD-MAS formando un conjunto de comisiones programáticas y asesoras -que al parecer no tienen relación con el proceso de elaboración programática de la oposición- y donde se reunen ciertos expertos y especialistas, pero donde no toman asiento los representantes de los movimientos sociales relacionados con esos temas. 

¿Es nuevamente un ejercicio elitista de escribir un programa, al margen del sentir de la ciudadanía?  ¿Cómo es posible, por ejemplo, una Comisión de Educación donde no hay ningún representante del gremio de los profesores o de las dirigencias estudiantiles actualmente vigentes?  ¿Cómo sería posible y válida una Comisión Laboral en la campaña de Bachelet si no hubieran ahí -entre otros- representantes de los sindicatos y de las organizaciones sindicales nacionales hoy existentes?
Si se quiere "escuchar a la ciudadanía", ¿no sería acaso obvio que la candidatura de Bachelet debería escuchar la opinión ciudadana, por ejemplo, de la Asamblea Ciudadana de Calama, del Valle del Huasco, Freirina o de Aysén....?

En el campo de la derecha por su parte, la discusión programática entre la UDI y RN ha quedado desplazada por el ataque permanente a Michelle Bachelet, y en una pugna pública de poder por prevalecer en las encuestas, por aplastar al otro, en una suerte de "canibalismo neoliberal" digno de mejores causas.

Si las campañas presidenciales son llamadas a definir los grandes lineamientos de política pública que se pretende aplicar en el futuro período de gobierno, constatamos lamentablemente que la definición programática hoy corre por un carril y el despliegue de campañas corre por otro carril, desconectados ambos y que la opinión y las aspiraciones de la ciudadanía y de los movimnientos sociales, corren por un tercer carril, desconectado de las campañas y la definición del programa.

En tal sentido, salvo honrosas excepciones (y esamos hablando del senador José Antonio Gomez o de Claudio Orrego), las verdaderas campañas presidenciales en Chile no han comenzado.

Manuel Luis Rodríguez U.


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