SEGUNDA ÉPOCA

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martes, 16 de julio de 2013

La crisis del modelo neoliberal en Chile

Aunque los más apasionados ideólogos del neoliberalismo prefieren no darse por enterados, en Chile asistimos a una fase prolongada de crisis del modelo neoliberal.

UN MODELO EXTRANJERO PARA USO DE "PATRIOTAS DE BOLSILLO"

El modelo neoliberal no es una entelequia de los políticos, es una realidad que se manifiesta en forma cotidiana en la vida de las personas y las comunidades, y sus efectos perniciosos, depredatorios y contaminantes cumplen la misma función de un virus silencioso en el organismo humano.

Se trata de un paradigma ideológico inventado en Estados Unidos en los años cincuenta (Freedman andaba por ahí) y que se instaló en Chile desde las ruinas humeantes del Palacio de la Moneda en 1973 y que se fue fraguando e instalando en una "colusión natural y espontánea" entre la elite política conservadora (entonces instalada en el Partido Nacional y hoy arrinconada en la UDI y en RN y otros poderes fácticos), la elite económica y empresarial que se había apoderado de las empresas del Estado después del golpe militar que propiciaron y la elite militar o castrense cuyos oficiales eran ramificaciones familiares y formaban parte de esa misma elite política y esa misma elite económico-empresarial.

Lo que los adalides del neoliberalismo se niegan a reconocer es que no es una doctrina política, no es una matriz filosófica, no es una hipótesis científica, no es un hallazgo de la ciencia confirmado por la realidad, sino solo es una ideología económica inventada por un grupo de economistas universitarios ultraconservadores de Estados Unidos.

El neoliberalismo es una ideología.

El neoliberalismo es la ideología de los poderes fácticos.

El neolibersalismo es la ideología del lucro en beneficio de los poderes fácticos y de una minoría sobre la mayoría.

El neoliberalismo es una invención estadounidense y estos "patriotas de bolsillo" de la elite económica y política chilena de los años setenta, se compraron el modelo de capitalismo de desastre (que solo ha sido instalado allí donde una grave crisis ha ocasionado el desastre económico y el colapso político) y dieron forma a un laboratorio de experimentación unico en América Latina, gracias a los cientos de miles de detenidos, miles de desaparecidos, exiliados, torturados y asesinados por la dictadura militar, a fin precisamente que no haya oposición a su desgraciada invención.

¿Y cuál ha sido el resultado de la aplicación ortodoxa de esta ideología económica?  El balance no ha terminado de hacerse, pero ya hay suficientes indicios.

Solo en 17 años privatizaron todas las empresas del Estado, destruyeron casi completamente la industria nacional, vendieron la soberanía marítima, enajenaron todos los recursos naturales, pusieron al país al borde de una guerra y en el aislamiento internacional, arrasaron con las instituciones democráticas, hundieron al país en la recesión y el desempleo más grave en la historia de Chile desde la gran depresión de 1929... y en los 20 años siguientes, hicieron una transición interminable que parece todavía está ocurriendo, pero sin tocar ni modificar la estructura principal de este modelo de dominación y de acumulación.

Y todo esto al precio de incrementar la desigualdad (este país tiene una de las brechas de desigualdad más grandes del mundo), la desnacionalización de todo el territorio y sus recursos, la dependencia externa de su economía, del enriquecimiento multimillonario de unos pocos grupos económicos y la transformación de Chile en un gigantesco supermercado político, social, económico y cultural.

UNA LENTA Y GRADUAL CRISIS DE LEGITIMIDAD

Cuarenta años más tarde, con un modelo de desarrollo económico y social, de instituciones políticas, de Estado subsidiario, con un dominio casi incontrastable de los medios de comunicación de mayor alcance y con profundos lazos financieros con el capital internacional, la estructura de poder dominante comienza gradualmente a ser cuestionada y sus fundamentos ideológicos a ser puestos en duda.

Pero la crisis ideológica y política del modelo neoliberal en Chile no proviene desde la esfera política -aunque algunos partidos han repetido incesantemente la necesidad de su reemplazo- o del mundo de los intelectuales y académicos (aunque algunas voces en el desierto han clamado desde tiempo atrás) sino de potentes movimientos sociales y ciudadanos que se han movilizado en los años recientes y que sin duda continuarán movilizándose en los años venideros.  

La crisis del modelo neoliberal no la estamos proclamando los intelectuales ni la anuncian los que viven instalados en el poder, la crisis se está viendo en las calles.  

 La crisis del neoliberalismo en Chile salió a la calle.

Cuando los ciudadanos toman conciencia de la estafa de las AFP, por ejemplo, y descubren dramáticamente que las miserables pensiones que recibirán y están recibiendo, no tienen ninguna relación con las enormes utilidades que se embolsan anualmente las AFP, están comprendiendo cómo funciona el modelo neoliberal: como una gigantesca máquina lucrativa para unos pocos a expensas de muchos.  Y lo mismo en la salud, en la educación y en otros ámbitos de la vida social y personal.

El neoliberalismo es la ley del embudo convertida en ley y en práctica cotidiana.

Si observamos en los años recientes, la revolución pinguina del 2006, la crisis de Aysen del 2012, el paro del gas en Magallanes del 2011, las manifestaciones ciudadanas del 2011 y 2013 por la educación, contra Hidroaysén y PascuaLama, las manifestaciones en Calama, en Freirina, en el Valle del Huasco...todas ellas son manifestaciones exteriores de un malestar social y político profundo contra este modelo neoliberal.

DESMONTANDO LOS MECANISMOS NEOLIBERALES DEL PODER

Por eso, debajo de la demanda por una nueva Constitución, por el fin al sistema electoral binominal, por el fin de las AFP y el término definitivo del lucro en la educación, subyace precisamente una crítica profunda a la estructura central de dominación del neoliberalismo en Chile, donde el poder económico monopolico y de concentración del capital y la riqueza, de lucro y abuso generalizado, se encuentra articulado con un Estado subsidiario que opera al servicio de ese capital.   
Si usted desmonta el mecanismo del lucro en la educación, termina en la práctica con el enorme negocio multimillonario que permite enriquecerse a ciertos grupos económicos implicados en el mercado de la educación. 
Si usted desmonta el mecanismo de las AFP, termina con el gigantesco negocio lucrativo que permite la rentabilidad más insolentemente elevada dentro del sistema económico, a costa del trabajo y de la vejez de varios millones de chilenos y chilenas.
Y si usted cambia la Constitución y desactiva el candado del binominal y transforma el Estado en un actor político y económico dinámico e impulsor del desarrollo, termina entonces con el aparato del Estado sometido a los dictados del mercado, del capital y del lucro. 
Y si usted propicia la nacionalización del cobre, del litio, de las aguas, del gas natural, de la riqueza pesquera, está comenzando a desmontar el mecanismo del enriquecimiento de unos pocos grupos económicos a costa de la soberanía nacional.
En el juego de ajedrez del sistema neoliberal en Chile, las AFP son la reina de la estructura económica y financiera del lucro y la concentración de la riqueza, y la Constitución es el rey del mecanismo de dominio, de control y de explotación.

Cuando millones de ciudadanos y ciudadanas salen a la calle, una y otra vez, en la capital y en las regiones y se manifiestan por alguna de estas demandas, lo que están diciendo a la elite política gobernante es que su modelo de dominación creado bajo el signo ideológico del neoliberalismo extremo y depredador, ha entrado en crisis.

Manuel Luis Rodríguez U.

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