SEGUNDA ÉPOCA

COYUNTURAPOLÍTICA fue creado originalmente en 2006. Desde 2012 hemos iniciado una nueva etapa con aportes de nuevos comentaristas, análisis y opiniones.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

11 de septiembre - Dalivor Eterovic


Otro once., que a pesar de lo que digan, para muchos de nosotros, sigue siendo  un día inexplicable, que no se parece a ningún otro, diría que ese día no es un día, fue otra cosa, fue  una pausa en el tiempo, un vacío, tal vez un segundo en la historia de la humanidad, pero un segundo en donde algunos decretaron que toda la miseria humana debía salir a las calles y recorrer los campos, el mar y el desierto. Y desde ese momento todo cambió.

Esa pausa en el tiempo, marcó los días que estaban por venir y que llegaron cada uno, inevitablemente, portando una tras otras las malas noticias.

Así día tras día, para mí el siguiente fue un día de octubre.

Un día de octubre se consumió con una mala noticia, mi padre había sido detenido, sacado desde su trabajo, después supimos que fue conducido al regimiento Cochrane y luego a isla Dawson.

Desde ese octubre  y en adelante, supe de lo que es capaz una mujer por sus hijos.

Supe de lo que es capaz una mujer por sus nietos.

Así mi madre y mi abuela  construyeron sobre el dolor, la incertidumbre y la sin razón, días y noches seguras, días de risa y esperanza, de pan, de modestas recetas caseras, de mentiras blancas, porque los niños no deben sufrir.

Ellas junto a otras como ellas, pidieron explicaciones, exigieron tener noticias, enviaron cartas y encomiendas, algunas nunca llegaron, les mintieron, sufrieron el acoso y la insolencia de los soldados de la patria, pero al final del día para mí y mis hermanas siempre había una sonrisa.

También a veces sin quererlo yo, ni ellas, sorprendí una lágrima  haciendo su trabajo y enseguida una explicación cargada de inocencia, de amor, porque ellas no querían vernos tristes. No debíamos aprender a odiar a nadie.

Creo que si algo tenían claro mi madre y mi abuela, era precisamente que la pesadilla tarde o temprano pasaría y que solo podían criarnos para que un día ayudemos a construir un mundo mejor y  para eso a veces también habían explicaciones, consejos,  pero por sobre todo una permanente protección que evitara una suerte de contaminación, provocada por tanta irracionalidad disponible en el ambiente. 

Sin duda lo hicieron bien, como tantas otras mujeres lo hicieron.

Por eso es que el dolor que causó toda la miseria humana desatada contra mujeres y hombres simples  como semillas, germinará primavera tras primavera, siempre en septiembre, para exigir justicia por los que ya no están y para que jamás olvidemos que hubo muchos y muchas que dieron lo mejor de sí, convencidos de que la vida sigue y que siempre, siempre, vale la pena luchar. Luchar por la paz, por un mundo más justo, por el derecho a no estar de acuerdo, luchar por el amor, luchar por la vida.  

Dalivor Eterovic Díaz.      Dirigente Sindical.    Candidato a Consejero Regional por Magallanes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario