LECCIONES DE LA HISTORIA Y DESAFÍOS PARA UN TIEMPO FECUNDO
La Democracia Cristiana a 40 años del golpe de Estado en Chile
1
El 11 de septiembre de 1973 constituye una fecha trágica para Chile. Un
golpe de Estado puso término al gobierno del Presidente Allende, e
instaló la más prolongada y oscura dictadura civil y militar, utilizando
ideológicamente las instituciones armadas de la Nación. No fue éste un
movimiento súbito, precipitado o impensado. Comenzó a fraguarse cuando
los chilenos perdimos la capacidad de diálogo, de entendimiento, y de
solución pacífica de nuestras diferencias. En el momento en que se
armaron los espíritus y las manos y no quedó espacio para la paz. Fue
entonces cuando empezaron a derrumbarse las instituciones democráticas,
las garantías de libertad y de justicia, y —lo que abrió la herida más
profunda de toda nuestra historia nacional y republicana—, cuando, a
consecuencia de su planificada y sistemática violación, se inició el
desplome de los derechos fundamentales de las personas.
2 Cuarenta
años después de aquellos dolorosos sucesos, y enfrentados a la memoria
de nuestro propio pasado, queremos sacar las lecciones de la historia y
ofrecerle al país un nuevo horizonte de realización. ¿Por qué esta
evocación? Porque sin mirada del pasado no hay visión de futuro. Porque
no se puede separar el futuro del pasado, el proyecto de la memoria, y
el porvenir de Chile de su historia reciente. No, cuando la paz y la
conciliación siguen amenazadas por las deudas de verdad y justicia que,
arrastradas desde la dictadura, aún permanecen sin ser saldadas. No,
cuando los cambios políticos que el país reclama se proponen la reforma
de la Constitución que nos rige, la que se originó bajo el régimen de
fuerza. No, cuando la actual estrategia de desarrollo —que impide
progresar hacia mejores estándares de bienestar, de justicia e
integración— fue impuesta por una tecnocracia neoliberal amparada en las
armas y en la represión desplegada contra los trabajadores y sus
organizaciones.
3 Más
allá de los mitos, que afloran para cumplir su función de justificar y
de oscurecer las verdaderas responsabilidades en el drama de hace
cuarenta años, queremos ser claros acerca de nuestras propias
actuaciones. Y tres son las preguntas que la Democracia Cristiana debe
responder para contribuir al esclarecimiento de su propio comportamiento
político.
Primero,
qué conducta tuvo el Partido antes del golpe de Estado. Lo hemos dicho
con insistencia: no hay un solo antecedente, un solo documento, un solo
testimonio que vincule corporativamente a la Democracia Cristiana con la
búsqueda, promoción y ejecución del golpe de Estado. Pudo haber matices
respecto de la política de defensa de la colectividad, acerca de su
moderación o firmeza frente al gobierno de la Unidad Popular, o de su
mayor o menor proximidad a los partidos de derecha, pero no hay dos
opiniones institucionales sobre su irrenunciable compromiso con la
democracia y con el régimen constitucional.
Segundo,
qué conducta tuvo el Partido durante el golpe de Estado. Son conocidas
las dos posturas que en este sentido adoptó la colectividad. Una
oficial, que explicó la intervención militar argumentando el clima de
inestabilidad, inseguridad y amenaza de enfrenta-miento fratricida a que
había sido llevado el país, tesis que abrigaba la expectativa de que
las fuerzas armadas restablecerían la normalidad institucional a la
brevedad; y una disidente, que condenó el golpe de Estado y exhortó a
las nuevas autoridades a respetar los derechos y garantías civiles. Los
hechos habrían de demostrar que la experiencia de la dictadura no sería
un paréntesis sino una larga pesadilla en la vida del pueblo chileno.
Y
tercero, qué conducta tuvo el Partido después del golpe de Estado. La
lucha por el respeto y vigencia de los derechos humanos, por la
reconstitución del tejido social, por la democracia y por las
libertades, no habría sido posible sin la participación de la Democracia
Cristiana que, desde la primera hora, se entregó a este quehacer, como
lo acreditan los innumerables organismos de derechos huma-nos, de
estudios constitucionales, laborales, universitarios y poblacionales,
que fueron creados y que le correspondió conducir*. Y lo que resultará
aún más crucial para Chile y su destino: fue esta experiencia de
colaboración común la que selló la identidad y la vocación nacional y
popular de la Democracia Cristiana y la dispuso al perdón, acto por el
cual el ofendido libera al ofensor del daño que causó y éste reconoce y
repara lo hecho.
*
Algunos de éstos fueron la Comisión Chilena de Derechos Humanos; la
Comisión de Estudios Constitucionales; la Coordinadora Nacional
Sindi-cal; la Comisión de Derechos Juveniles; el Comité Reorganizador
del Movimiento Estudiantil; y la Vicaría de la Solidaridad. 2
4 Es
a partir de la identidad forjada durante estas cuatro décadas de
aggiornamento que la Democracia Cristiana puede proponerle hoy al país
un nuevo desafío, uno que ha de iniciarse en el próximo gobierno de la
Nueva Mayoría, pero que debe trascender y prolongarse más allá del año
2020.
Para
entonces Chile deberá haber instituido un régimen constitucional que
sea fiel expresión de la soberanía, autonomía y rica diversidad de sus
ciudadanos, mediante instituciones genuinamente representativas, y de
controles que limiten el poder y su ejercicio. La mayoría del país
desearía que el instrumento de la reforma fuera una Asamblea
Constituyente, cuya convocatoria, sin embargo, depende de un plebiscito
nacional, el cual promoveremos a través de la movilización reflexiva,
responsable y organizada de los chilenos, comenzando por obtener los
quórums necesarios para hacer las transformaciones institucionales que
la ciudadanía reclama.
Aspiramos
asimismo a que dicho régimen constitucional se base en el
reconocimiento pleno de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales, y en las garantías explícitas que se proponen
satisfacer tales expectativas de derechos, para, de este modo, avanzar
sin demoras hacia una sociedad más justa, más igualitaria y más
cohesionada. Como se ha confirmado en las grandes movilizaciones
sociales de la presente década, las principales prioridades de dichas
políticas públicas con enfoque de derechos deben ser la salud, la
educación y la previsión social.
Propugnamos
un cambio estructural que afecte la inequitativa distribución del
ingreso, mediante reformas tributarias progresivas, el restablecimiento
de la potestad de Chile sobre sus riquezas y recursos nacionales, el
fortalecimiento de la posición negociadora de los sindicatos, y una
participación activa de las políticas públicas en la protección de las
familias más pobres y vulnerables. Ello exige dotar de apoyo y
legitimidad a las transformaciones, fomentando instituciones y
organizaciones de participación y diálogo democrático.
Anhelamos
una actividad política al servicio del pueblo y, por lo tanto,
transparente, autónoma de poderes fácticos, y sometida al permanente
escrutinio de los ciudadanos. Por eso, promovemos la reforma de los
partidos políticos, así como de sus vínculos con las instituciones
representativas y con los representantes populares. Para vigorizar la
búsqueda de este objetivo contribuiremos desde ahora al debate,
elaboración y difusión de ideas de cara al Sexto Congreso de la
Democracia Cristiana que se realizará el año 2014. Para nosotros, ese
momento ha de signar la irrupción de una fuerza política imbuida del
nuevo humanismo que peregrina por América, y cuya esperanza de futuro
despierta el Papa Francisco.
5 Hacemos
un llamado a todos los militantes y adherentes de la Democracia
Cristiana a firmar y a difundir esta declaración, expresando con ello su
compromiso de llevar a cabo las tareas políticas señaladas, y de
concurrir a la generación de un amplio e inclusivo movimiento de
opinión.
Septiembre de 2013, a cuarenta años del golpe de Estado en Chile
1. Renán Fuentealba Moena
2. Mariano Ruiz-Esquide
3. Belisario Velasco
4. Ignacio Balbontín
5. Jorge Donoso
6. Florencio Ceballos
7. Alejandro Calderón
8. Alejandro Carril Rojas
9. Alejandro González
10. Álvaro Delgado Martínez
11. Álvaro Marifil
12. Ana María Correa
13. Andrés Aylwin A.
14. Andrés Palma I.
15. Bernardo Barría
16. Bessie Saavedra
17. Carlos Almanza
18. Carlos Aparicio
19. Carlos Raúl Gil
20. Claudio Hernández
21. Cristian Lazo
22. Cristian Morales Salvo
23. Diego Calderón
24. Enzo Pistacchio
25. Esteban Sanhueza
26. Felipe Cubillos
27. Felipe Vallespir
28. Francisco Vásquez
29. Gabriel Eduardo Palma
30. Gabriel Madrid
31. Giovanna Flores Medina
32. Graciela Bórquez
33. Héctor Barría
34. Héctor Gárate
35. Hernán Kohnenkampf
36. Hugo Muñoz Sandoval
37. Ignacio Pérez
38. Irene Celis Ramírez
39. Jaime Correa Díaz
40. Jaime Hales
41. Jeanette Soto
42. Jorge Consales
43. José Miguel Serrano
44. Juan Andrés Kloker
45. Juan Díaz Berrios
46. Juan Guillermo Espinosa
47. Juan Manuel Sepúlveda
48. Juan Miguel Jara
49. Juan Pablo Marchant
50. Juan Pablo Morales
51. Manuel Tobar L.
52. Marcel Young
53. María Antonieta Escobar
54. María Carolina Inostroza
55. María Soledad Lucero
56. Mario Tapia
57. Marta Canto
58. Mauricio Mass
59. Miguel Ángel Botto
60. Myriam Verdugo
61. Nicolás Gutiérrez Herrera
62. Nicolás Palacios
63. Noé Miranda
64. Nolberto Díaz
65. Omar Cortéz
66. Óscar Ramírez Romero
67. Osvaldo Verdugo
68. Pablo Silva
69. Patricio Argandoña
70. Patricio Huepe
71. Paulina Fernández F.
72. Pedro Concha
73. Pilar Mallea Araus
74. Raimundo González
75. Ramón Mallea Araus
76. Ramón Mallea Santibañez
77. Raúl Burgos Pinto
78. Raúl Donckaster
79. René Lues
80. Ricardo Halabí
81. Ricardo Hormazábal
82. Roberto Cano
83. Rodolfo Fortunatti
84. Rodrigo Poblete
85. Rodrigo Vega
86. Sara Campos
87. Sebastián Latorre
88. Tamara Jorquera
89. Valentín Zuñiga
90. Verónica Mallea Araus
91. Víctor Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario