Nuestro
tema es la distribución del ingreso y la reforma tributaria ¿En cuál situación se encuentra en ambos
aspectos actualmente el país? En distribución del ingreso figura entre los
países de peor situación a nivel mundial, ubicación que se arrastra desde casi
cuarenta años cuando en un momento de elevada inflación – como mecanismo para
reducirla – se congelaron los salarios nominales, disminuyendo en consecuencia
bruscamente las remuneraciones reales, que experimentaron un recorte superior en
la distribución funcional del ingreso a veinte puntos porcentuales, los cuales
pasaron mayoritariamente a los bien denominados como excedentes de explotación,
es decir a ganancias del capital –particularmente a los más poderosos- y a los
rentistas.
Esta
mala distribución perdura hasta el día de hoy cuando la participación de las
remuneraciones sigue, de acuerdo a las cifras del Banco Central y a los
cálculos efectuados en el CENDA, en un 40%. Los académicos de la Universidad de Chile
Ramón López, Enrique Figueroa y Pablo Gutiérrez, al efectuar “nuevas
estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile”, en
base a los datos entregados al servicio de Impuestos Internos por los propios
contribuyentes, confirma nuestra conclusión, que la deteriorada condición del
país en esta esfera constituye su más agudo problema socioeconómico, terreno en
el cual en estas cuatro décadas prácticamente no han existido políticas para
modificarla. De allí que es importante
colocar este decisivo tema en un primer plano del debate que tiene lugar en
Chile.
El
estudio revela efectuando una comparación con países que tiene cifras de
distribución de
los ingresos calculadas utilizando las tributaciones que en el lapso 2005-2010 –sin corregirla
todavía para hacerlos comparables con las de otros países que calculan la
distribución de los ingresos usando también antecedentes tributarios-, que el
1% más rico de Chile encabeza el listado de la muestra de peor distribución al
captar un 21,1% del total. El promedio es de 11,5%, es decir el país
acumula casi diez puntos porcentuales más.
En el caso del 0,1% más rico el país aparece detrás de EE.UU. y en el
0,01% vuelve a ocupar el segundo lugar luego de la mayor potencia económica
mundial.
En
cuanto a la estructura tributaria, la chilena es también profundamente regresiva,
al tener un gran peso los impuestos indirectos, particularmente el IVA, que es un
gravamen en que cancelan sobre los ingresos más quienes menos reciben en relación
a los sectores que los perciben en mayor cantidad. En cuanto a los directos, por ejemplo en el
impuesto de utilidades a las empresas lo hacen, por un amarre dejado por la
dictadura hasta ahora estando vigente, el Fondo de Utilidades Tributables (FUT),
solo sobre los montos distribuidos entre sus dueños y no con relación a las
ganancias obtenidas.
Por
ello que para hacer comparables efectivamente los gravámenes tributarios en el
cálculo de la distribución del ingreso, los académicos de la Universidad de Chile
debieron agregar a los montos declarados
al SII las ganancias de capital o las utilidades no distribuidas, en otras
palabras el FUT. Solo así, subrayan, las
mediciones “incorporan las
principales fuentes de ingresos, incluyendo ingresos del trabajo y las
utilidades de las empresas, sean éstas distribuidas o no distribuidas”.
Constituye un gran avance. Falta por incorporar la retribución
percibida
en la explotación de los recursos naturales, que en Chile su propietario
en
muchas áreas fundamentales es el Estado, al cual en el mejor de los
casos se le
cancela, como acontece en la gran minería privada del cobre un impuesto
reducido sobre sus resultados
operacionales, con el agravante que se concedió además invariabilidad
tributaria durante muchos años en un claro renuncio a la soberanía
nacional.
Efectuada
esta corrección en el año 2010 concluyó el estudio “la participación en el
ingreso tributable del país más las
utilidades no distribuidas indican que (…) casi un tercio del ingreso de Chile (31,1%) llegó al 1% más
acaudalado de la población (…)”. En el
lapso 2005-2010 la participación del 0,1% más rico fue “en promedio –calculan-
de 19,9% para dicho período. Es decir
–explicitan- el 0,1% más rico capturó en promedio más de la mitad del ingreso
que capturó el 1% más rico. A su vez, la
participación del top 0,01% más rico, fue en promedio más de la mitad de la participación del top
0,1% (11,5%)”. Estas estimaciones de
participación en el ingreso del país –concluyen López, Figueroa y Gutiérrez- “muestran
la enorme aceleración que evidencia la regresividad de la distribución del
ingreso en Chile al avanzar desde el percentil 1 de la distribución a los
fractiles más ricos de la distribución, aceleración que, evidentemente, explica
por qué Chile se encuentra entre los países de peor distribución en el mundo”.
En
relación con el FUT ya se logró un gran avance en el curso del presente año: se
impuso como tema de debate nacional. Basta solo con detenernos en los titulares
de los cuerpos económicos del domingo pasado en El Mercurio y La Tercera. El diario de los
Edwards titula “Todo sobre el FUT: Qué es, por qué está discusión, sus
partidarios y detractores”. Mientras el periódico del grupo Saieh destaca en su sección Negocios una entrevista
al ministro de Hacienda, Felipe Larraín, quien subraya que “la inversión es muy
sensible a las expectativas”, dándolo como una razón principal de la caída registrada
en la inversión privada, más específicamente en la formación bruta de capital
fijo, es decir en la construcción y en la fabricación de maquinarias y equipos,
que se desaceleró – constató- “de 18,1% en el último trimestre del año pasado a
9.6% en el primer trimestre como variación anual”.
Entre las expectativas de los inversionistas, Larraín subrayó el papel a
su juicio negativo de efectuar en el próximo período presidencial una reforma
tributaria de verdad, que debería tener como uno de sus componentes principales
precisamente terminar con el FUT, impuesto en los años de dictadura y vigente
durante los veinte años de la Concertación. Mecanismo que alcanzó sus cifras
más elevadas, sobre los US$200.000 millones, en el gobierno actual (US$209.508 millones en
2011, US$241.019 millones en 2012 y US$247.856 millones en el presente año), de
acuerdo a cifras del SII dadas a conocer recurriéndose a la Ley de Transparencia.
Por lo tanto, en lo que va transcurrido
de la administración Piñera creció en más de US$106.000 millones.
Felipe Larraín, empeñado en una política de “terror económico” –a la cual se sumó igualmente Sebastián
Piñera-, sostuvo que la desaceleración de las inversiones sería una
consecuencia de las propuestas efectuadas de producir cambios cualitativos y
cuantitativos en el régimen tributario, manteniendo su formulación que las
mayores necesidades de financiamiento deben provenir del crecimiento económico
que aporta más o menos US$600 millones por cada punto de expansión del
producto. No considera que la evolución
de la economía es cíclica y, por tanto, aumentos de gasto permanente no pueden quedar
a merced de coyunturas favorables que, desde luego, son por definición
transitorios. A esta campaña se incorporó,
como era previsible, rápidamente El Mercurio y la Confederación de la
Producción y del Comercio.
Tampoco considera que la inversión privada es fuertemente procíclica y,
por tanto, así como crece fuertemente cuando la economía va en alza, se frena en
las fases de desaceleración, como la existente actualmente. Sebastián Claro, miembro del consejo del
Banco Central, por su parte, reconoció abiertamente el curso de
desaceleración. “Eso es –manifestó-
parte esperable y anticipable, no solo por el propio ciclo de la economía
chilena sino también por lo que está pasando en el mundo. (…) se estaría llevando a cabo –añadió-, pero
de manera gradual hacia un crecimiento más acorde al de tendencia”
(02/02/13). El exministro Juan Andrés
Fontaine, del Instituto Libertad y Desarrollo, encargado programático de la
candidatura de Andrés Allamand, escribió de la existencia de una “luz amarilla”
debido a que “el ritmo de expansión de la economía ha decaído, las utilidades
de las grandes empresas retroceden y la bolsa mantiene un prolongado letargo”
(02/06/13).
“(…)
todos los economistas serios saben –insistió Larraín- que un aumento de
impuestos importante tiene efecto en la inversión. Decir que no –añadió- es
desconocer la evidencia que existe en el mundo, en la teoría, en los trabajos
empíricos (…) (06/06/13). Después de la contrarreforma tributaria del año 1984,
en el período de dictadura, en donde siguiendo la moda existente en ese momento
en EE.UU. se estableció que las ganancias empresariales se gravaban solo por
las utilidades retiradas, la única modificación tributaria que merece el nombre
de tal en las últimas décadas es la efectuada a comienzos del gobierno Aylwin,
donde se estableció formalmente el regreso del pago sobre las ganancias
devengadas, sin embargo no se produjo el efecto indicado por Larraín, la
economía creció.
Mucho
menos se dio en el “modesto” – según su propia opinión- ajuste fiscal efectuado durante 2012, en que
si bien se aumentó el impuesto de primera categoría a 20%, paralelamente se redujo el gravamen
denominado de timbres y estampillas, a los créditos, y los impuestos de segunda
categoría, en ambos casos beneficiando ante todo a las grandes empresas y al
tramo más alto del impuesto en la renta de las personas.
Los
varios meses de discusión del proyecto tributario de 2012 se explica
precisamente por los sistemáticos esfuerzos
del Ejecutivo de reducir los tributos a sectores de altos ingresos,
que presentó siempre como beneficios para las pymes o lo que denominó “clase
media”. Su persistencia fue premiada. Las cifras finales lo ratifican
plenamente. Los nuevos ingresos, con mayor fuerza en el lapso que le queda a la
actual administración, provienen en un alto porcentaje del incremento en el
impuesto de primera categoría, al nivel que ya se aplicó durante 2011,
reposición que nunca encontró una mayor oposición, existiendo propuestas que se
dieron también al interior de los propios partidos de Gobierno que debía ser
mayor. Los montos a percibirse por este concepto son claramente superiores al
efecto global neto final debido a las reducciones de recaudación defendidas por
el Ejecutivo.
La reducción de los impuestos a las personas
con el acuerdo alcanzado siguió siendo fuertemente regresivo, aunque en una
proporción menor a la propuesta inicial. El sistema existente es por tramos,
beneficiándose quienes deben cancelar tributos mayores con las exenciones o
disminuciones en cada uno de ellos. Según un cálculo efectuado por Alejandro
Micco, académico de la Universidad de Chile, a quienes se les aplica la tasa
máxima de 40% tienen una disminución anual cercana al millón de pesos, mientras
que el del tramo impositivo más bajo será algo superior a unos $30.000.
En
cuanto a la disminución del impuesto de timbres y estampillas, desde luego
cuantitativamente benefició a muchas pymes, pero en montos lo hace extraordinariamente
favorable con las grandes empresas que obviamente solicitan sumas de financiamiento
muy superiores. En 2012 se descontaron pagos por unos US$140 millones, lo cual subirá
hacia adelante. Los mayores beneficios
los obtienen las grandes empresas que representan el 0.3% de las transacciones.
Larraín
intenta ponerle cortapisas al debate sobre temas económicos. “Resulta –
escribió Carlos Peña, rector de la
UDP- que los límites del debate democrático están dados (…)
por la economía según Larraín. Qué cosas pueden ser propuestas a discusión, qué
proyectos merece la pena considerar en medio de la deliberación democrática, si
acaso habrá o no que reducir los
impuestos, o reformar la
Constitución, es decir todas las cosas que (…) se discuten
cada cierto tiempo, especialmente cuando se trata de elecciones presidenciales
poseen (…) unos límites mudos e invisibles que es mejor no traspasar (…)”
(09/06/13). Larraín, cuando se promulgó su ajuste impositivo de 2012, pretendió
dar por concluida la discusión tributaria. Como era inevitable fracasó. La Reforma tributaria es una
necesidad. Sin ella no se puede resolver
de manera permanente grandes demandas sociales pendientes.
Al
FUT
debe ponérsele fin lo antes posible. Debe volver a pagarse impuestos
sobre las
utilidades devengadas y no reducirlas a las retiradas, que en el lapso
2001-2010
promediaron anualmente solo un 31,8% del total. Ello conduce a que
consignó El Mercurio “si se cobrara impuesto
a todas las utilidades del FUT con efecto retroactivo, el monto que se
debe
pagar por impuestos postergados es de US$50.000 millones con el saldo
acumulado
al 2013”
(09/06/13). Las utilidades que tienen tributaciones pendientes, según la
información del SII, están colocados en un 52% en sociedades de
inversión. Se
debe establecer un sistema gradual pero claro de reducción en el tiempo
de los
montos no distribuidos y cobrar una tasa de interés de mercado para el
financiamiento del cual disponen hasta ahora gratis.
Las empresas que se han beneficiado con el FUT utilizan en sus
operaciones recursos públicos. Es un escándalo, permitido por la ley.
Igualmente se debe terminar con los Fondos de
Inversión Privado (FIP),
que no tienen ningún tipo de sistema de supervigilancia, constituyendo un
mecanismo a usar para que grandes intereses no deban cancelar el impuesto de
primera categoría. Según el SII, el FIP contaba en 2011 con un patrimonio
ascendente a US $11.844 millones. Es una forma de eludir el pago de tributos,
permite que se pueda efectuar cualquier
tipo de transacciones pero si los recursos se mantienen dentro del FIP no
cancelan impuestos. Peor aún, si una sociedad realiza retiros puede
depositarlos en el FUT.
Desde luego, los cambios a producir son más vastos para
mejorar la estructura tributaria y aportar positivamente a la distribución de ingresos
después de impuestos. El año pasado la Federación de Trabajadores del
Ministerio de Hacienda (FTH) propuso terminar con que lo pagado como impuesto
de primera categoría sea considerado como crédito al cancelar el global
complementario; se ponga fin al FUT, al cual califican con razón como una
fuente de “inequidad horizontal”, dado que conduce a que no se cancela lo mismo
por un monto igual de utilidades; reduciéndose al mismo tiempo el IVA e
incrementando los tributos a la explotación de recursos naturales y a las
transacciones financieras (09/04/12).
Igualmente el FUT produce inequidad vertical, contribuye a incrementar
la regresividad distributiva.
En la economía chilena los ingresos fiscales
provenientes del cobre han sido y son importantes. De acuerdo a cifras de la Dipres entre
2005 y 2012 el fisco percibió recursos del sector minero ascendentes a
US$73.107 millones, en cifras que fluctuaron entre US$4.276 millones en 2009,
por la caída en el precio del metal rojo, a US$14.120 millones en 2007.
Posteriormente a este año aunque hubo otros de cotización promedio más alto,
los ingresos fueron menores por la caída en las leyes o incrementos de costos.
De la suma total, US$45.692 millones fueron aportados por Codelco, un 62,5%,
proviniendo solo algo más de un 30% de la gran minería cuprífera privada. El
tema principal en relación a la empresa estatal es definir una política para su
desarrollo que le permita potenciarse a futuro y de esa manera sostener en el
tiempo su contribución al erario fiscal. En la minería privada la relación debe
establecerse considerando un gravamen sobre su producción, dado que explotan un
recurso que no les pertenece, y desbaratar los múltiples procedimientos que
utilizan para reducir sus utilidades.
La
reforma tributaria que Chile requiere es una exigencia fundamental. Es
importante que esté muy presente en el debate electoral. Se requiere
convertirlo en propuestas concretas y sobre todo que la ciudadanía las haga
suyas. Para imponerlas debe vencerse a fuerzas muy poderosas que se jugarán en
contra, estimuladas en este momento directamente desde La Moneda. Es valioso que la educación como “derecho
social” –al igual que la Salud- y la educación gratuita, vinculada a reformas
tributarias progresivas, constituyan ya parte del debate, como lo planteaba el
movimiento estudiantil y social y se propicia por centros de estudios como el
nuestro. Estos objetivos deben
financiarse con una Reforma Tributaria.
HUGO
FAZIO
13 Junio
de 2013
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