Luego de conocer la noticia de la negativa del Ministerio
de Desarrollo Social para dar inicios a las obras de
modernización de nuestro aeropuerto, me
veo en la obligación de referirme al tema.
En estos días de septiembre de un
año tan simbólico para la sociedad
chilena, tenía otros temas considerados
para esta columna.
A los de mi generación, los marcó la Revolución en
Libertad, el proceso de Reforma
Universitaria, la disputa responsable de la dirección política en los partidos
políticos por parte de los jóvenes;
culturalmente vivimos días en que era peligroso ser ignorante. Además
de participar en gestas como la Nacionalización del Cobre y la
transformación de la propiedad de la tierra.
En la perspectiva histórica, sin revanchismos ni pequeñeces, las medidas precitadas eran necesarias para terminar con
el Chile subdesarrollado y pobretón que nos persiguió hasta los sesenta. De ahí
en adelante Chile no volvió a ser una
economía frustrada. Todo lo que
conocemos hoy, capacidad exportadora de nuestras riquezas básicas y
diversificación en las exportaciones agrícolas tiene su origen en los años setenta, aunque eso haya traído
como resultado la muerte del Presidente
Salvador Allende; seguido del horror de los años siguientes.
Pero la contingencia me obliga a referirme a la negativa entregada a nuestras autoridades locales y
regionales por parte del Ministerio de
Desarrollo Social respecto a la modernización del aeropuerto de Natales.
Cuando la conocí me pareció cruenta y un castigo para nuestra
esforzada comunidad natalina.
Los que aquí habitamos, somos los guardianes del 10 por ciento del territorio más olvidado por los chilenos; hacemos
soberanía por presencia vigilando, un bien no valorizado por la patria
chilena, el Campo de Hielo Patagónico Sur. No merecemos bofetadas de burócratas
del nivel central, ignorantes
territoriales, guiados por el catecismo de
la rentabilidad social.
Cómo hacerles saber a los cerebros de Mideplan, adoradores de
la metromanía, que Puerto Natales durante treinta años le costó
un presupuesto miserable al Estado de Chile. Cuando fuimos apéndice económicos de la República Argentina. Tiempos de la explotación carbonífera en Rio
Turbio, gracias a cuyos salarios,
nacieron nuevas poblaciones, donde hoy
viven viejos mineros gracias a respetables jubilaciones del Gobierno argentino.
El Ministro de Desarrollo Social Bruno Baranda,
impulsa por estos días una Campaña
la cual lleva por nombre “Condoros Dieciocheros”; se trata
que chilenos vulnerables no
gasten mas de lo que ganan. Sólo espero
que negarle aeropuerto a Natales por
parte de su Ministerio, no sea uno mas de sus Condoros.
Ramón Arriagada.
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