A cuarenta años del golpe militar
en Chile, la producción de información periodística ha sido notable.
Desde las más diversas miradas
plasmadas en programas de tv, columnas de opinión en medios escritos, hasta
llegar a una serie de declaraciones y opiniones personales que hacen análisis
desde una perspectiva superior como si lo sucedido
hubiese ocurrido en otro planeta y no a los
compatriotas de quienes opinan. También y como la ocasión lo aconseja es
posible apreciar a algunos actores políticos haciendo su propio mea culpa o
abiertamente pidiendo perdón de cara a todo el país, gesto que siempre será
valorado por la opinión pública.
Todo lo anterior serían elementos
positivos y seguramente sanadores, si se tratara de una situación distinta,
pero de lo que aquí se trata es de no perder nunca de vista que lo que ocurrió
en nuestro país es la mayor fractura social e institucional de que tengamos
memoria en nuestra historia reciente.
No es posible pretender que con
gestos y recopilaciones periodísticas tendenciosas, se pueda cambiar la
historia y mucho menos la realidad que padecieron miles de familias.
Pretender que a 40 años se puede
dar vuelta a la página, apelando al empate moral, para iniciar una nueva
era social en nuestro país, es no
entender nada.
Solo la verdad y la justicia
absolutas, darán pie a que la sociedad chilena logre superar este trauma, mientras tanto, los breves
avances que se puedan constatar en materia de DDHH se verán empañados y lo que
es peor, habrá retrocesos, motivados por la constante acción de la derecha
golpista de construir una realidad distinta, amoldada a sus intereses y que
justifique lo injustificable.
Nada puede justificar que se haya
terminado con la institucionalidad chilena, nada puede justificar una
dictadura, nada puede justificar que las fuerzas armada se ensañaran como lo
hicieron contra su propio pueblo, nada puede justificar el saqueo de los
recursos naturales y de las empresas del estado por parte de los esbirros de la dictadura que hoy son los
nuevos ricos de chile, nada puede justificar la destrucción del movimiento sindical
y la eliminación de todos los logros y avances en materia laboral que exhibía
nuestro país, nada puede justificar la prohibición para desarrollar el libre
pensamiento, el arte y la cultura. Situación que forjó una generación
intelectualmente castrada, temerosa y sumisa que se transformó en la mano de
obra barata que el empresario chileno requería.
Nada justifica lo que hizo la
derecha chilena y quienes los apoyaron, quienes pidieron a gritos un golpe de
estado, quienes sabiendo lo que ocurría, guardaron silencio, nada los
justifica.
Sin embargo hoy pretenden
torcerle la nariz a la historia para justificar sus horrores, con palabras, con
gestos, con actos oficiales y campañas comunicacionales, dando cuenta de una
blancura pre electoral que repugna., como si el principal requisito para asumir
en un cargo de representación popular fuera
el ser una blanca paloma…..pero eso es materia de otro comentario.
Dalivor Eterovic Díaz
Candidato al CORE por Magallanes.
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