Le sucede a todas las personas no conocedoras de las
mediciones sociales al escuchar los
resultados de una encuesta; reaccionan
solicitando, algún día recibir el
llamado de un encuestador, para hacerle
saber lo equivocado de sus resultados. ¡Cómo se les ocurre decir que los chilenos
somos felices, cuando todos los días no están acosando con estafas
organizadas!.
Por teléfono e
Internet. Petición de claves, almuerzos
para huerfanitos, accidentes de
familiares, virus al acecho, por contar
algunos. Y el último de los cebos, ¡
Conteste encuestas sin salir de su hogar! . Es de una fineza genial en materia de estafa colectiva.
Hace unos días la felicidad vino del otro lado del teléfono.
Me preguntaba, una amable encuestadora,
si deseaba contestar la encuesta Adimark. Las preguntas iniciales sobre situaciones
intrascendentes de la vida diaria, lógico pensé, son
preguntas de hecho, ¿ Usted considera su vida actual, cómo muy feliz,
feliz, medianamente feliz, muy
infeliz?. No había lugar para
suspicacias.
Pero si las hubo cuando me preguntó la encuestadora, utilizando las mismas alternativas,
de cómo ponderaba mi nivel de satisfacción en cinco años más. El componente paranoide y persecutorio me
llevó a decirle que “seré muy feliz”,
para reafirmar que no le temo
al fantasma bacheletista.
Podrá pensar el lector mal intencionado, que con esa
respuesta los de Adimark, ya saben mi
intención de voto. En las otras categorías
de preguntas, las había
derechamente de intención, como preguntarme si en estos momentos me compraría
un departamento o propiedad. Deduzco que
había un encargo de quienes pese a la
contracción de la demanda y a la estitiquez en los créditos de la banca,
quieren seguir con jugosos negocios
inmobiliarios.
Dije, ahora viene la intención de voto. Pero no, lo siguiente a saber era mi opinión
sobre Hidroaysén y las consecuencias si el proyecto no era aprobado. Mi disgusto iba en aumento. Me fui dando cuenta del giro en el interrogatorio. La guinda de la torta, ellos querían saber
qué hacer cuando, debido a la no aceptación de las represas y el impresentable encordado sobre la
Patagonia, ¿ Qué iba a hacer Chile sin recursos eléctricos?.
El resto del interrogatorio, escudriñaba sagazmente sobre
potenciales temores en un año de decisiones presidenciales. No pude dejar de
recordar la encuesta Gallup del año 1970, cuando a través de una simple encuesta puerta a puerta, muchos chilenos fueron alertados que se iban a utilizar todas
las formas de persuasión para hacer
fracasar el gobierno socialista de Salvador Allende.
RAMON ARRIAGADA
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