Sin duda alguna este ha sido el año con más actividad sindical de las
últimas décadas, así consta en los registros de la Dirección del Trabajo de
Magallanes. Esto desde una perspectiva formal.
Lo propio puedo afirmar desde mi experiencia sindical, a lo que se suma
la actividad y demandas desde lo informal, que no están enmarcadas en un
contexto de negociación colectiva o de denuncia hacia la Inspección del Trabajo, sino que recaen en el
terreno de lo que hoy la ley laboral define como ilegal o informal.
Cuando las trabajadoras y trabajadores se atreven a denunciar
públicamente las injusticias de que son víctimas y no esperan una acción
concreta y eficiente de la autoridad porque saben que eso no ocurrirá, ya que
la ley no los favorece y aun así se organizan y denuncian. Entonces
claramente estamos en un escenario distinto.
Se va perdiendo el miedo a quedar sin
trabajo.
Se va perdiendo el miedo a dar la cara aún a riesgo de ser identificado
como un trabajador o trabajadora conflictiva.
Pero también se va ganando en dignidad.
Las que una vez fueran desprestigiadas cifras del gobierno de los
mejores y que hoy claramente son cifras manipuladas y falsas, entre otras
falacias, dan cuenta del pleno empleo y no concuerdan con la efervescencia
sindical de la que hablamos.
La que plantea:Salarios insuficientes.
Condiciones de trabajo y sanitarias indignas.
Condiciones de inseguridad laboral y complicidad entre los empleadores y las mutuales de seguridad laboral para no asumir responsabilidades en los accidentes laborales que signifiquen mayores costos para sus respectivos negocios.
Inequidad salarial reflejada en altos sueldos para gerentes y ejecutivos en contraposición a las rentas mínimas, entregadas a quienes son la base de la actividad productiva.
Inequidad salarial en el sector público en donde los recién llegados sobrepasan con holgura los ingresos de funcionarios de carrera que a diferencia de los primeros, si conocen el trabajo y entregan un real servicio público.
Contratación sin previsión social de ningún tipo.
Contratos por obra o faena que generan trabajadores desechables.
Trabajadoras t trabajadores temporales como en el caso de las plantas pesqueras.
Y la lista sigue…
Pero en definitiva lo que hoy tenemos en Chile, es un empleo de mala
calidad que reproduce pobreza e inequidad.
En Chile., más de la mitad de los pobres tienen trabajo y eso no tiene lógica, como no sea para el
10% más rico del país.
Esto explica en parte, esta llamada mayor actividad sindical del último
año que estoy seguro continuará aumentando para transformarse en el movimiento
de los trabajadores que democratice el país.
Dalivor Eterovic Diaz.
Dirigente Sindical.
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