El programa
“Tolerancia Cero”, entrevistó al destacado jurista de Derechos Humanos José
Zalaquet. En el análisis ya histórico de los
sucesos de 1973, hubo dos temas sensibles que fueron abordados con
altura y sin la subjetividad del involucramiento partidario. Uno, fue
la voluntad de las fuerzas armadas, de esclarecer el destino de los detenidos desaparecidos.
El segundo aspecto y donde Zalaquett fue muy enfático, es que
aún falta precisar el quehacer de muchos civiles, colaboradores del
llamado, en algún momento, gobierno
cívico militar.
La historia dice, que
muchos de estos civiles, instigaron a los militares a aplicar políticas
neoliberales con el propósito de desmantelar las empresas estatales. Con
préstamos de la banca del Estado participaron en pingües subastas, generando
muchos de los grupos económicos vigentes.
Es gráfico afirmar que el modelo neo liberal fue aplicado en
Chile a un cuerpo social sin anestesia. Las lágrimas de impotencia de muchos
jefes de hogares cesantes, sin
posibilidades de descargar su bronca acumulada ante tanta injusticia, se sumó a
la rabia de los políticamente excluidos. Mientras tanto, Sergio de Castro, Pablo Barahona y Alvaro
Bardón, economistas colaboradores cercanos a Pinochet, le convencían que si
aceptaba su recetario, iba a dar paso a un verdadero milagro económico, y por tanto, a la inmortalidad de él como
un gran estadista.
Chile se transformó en aquellos años en un gran ofertón.
Ayudados por el Capitalismo
Popular, José Yuraszeck y sus
colaboradores se apropiaron de Chilectra dando lugar a Enersis; los yacimientos
de salitre y yodo explotados por SOQUIMIC, pasaron a ser de propiedad de Julio
Ponce Lerou. El sistema de pensiones fue
privatizado, gracias a José Piñera, dando paso a las AFP, en cuyos directorios
se enquistaron hombres de confianza del
nuevo estrato. En nuestra Región,
la Corporación de Magallanes, que venía
siendo un poderoso instrumento para el desarrollo regional, en 1976,
fue fagocitada.
La justificación ideológica que necesitaban las
“modernizaciones” fueron aporte de Hernán Büchi. Hábilmente Carlos Cáceres con Rolf Lüders se
encargaron de sacar plata del erario nacional, para salvar los bancos quebrados
por la crisis de 1983. En las Escuelas
de Economía abiertas a la nueva ideología, mezcla de gremialismo, nacionalismo
y Opus Dei, avalancha de acólitos de
Chicago viajaban a la Metrópolis para
aprender nuevos artilugios. En Chile el
ciudadano común, juntaba rabia a
la vuelta de cada esquina de un país,
que pronto perdería el miedo.
Ramón Arriagada
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