SEGUNDA ÉPOCA

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miércoles, 28 de agosto de 2013

Colaboradores civiles - Ramón Arriagada



 El programa “Tolerancia Cero”,  entrevistó  al destacado jurista de Derechos Humanos José Zalaquet. En el análisis ya histórico de los  sucesos de 1973, hubo dos temas sensibles que fueron abordados con altura y sin la subjetividad del involucramiento partidario.  Uno, fue  la  voluntad  de las fuerzas armadas,  de esclarecer el destino de los detenidos desaparecidos. El segundo aspecto y donde Zalaquett fue muy enfático,  es que  aún falta precisar el quehacer de muchos civiles, colaboradores del llamado, en algún momento,  gobierno cívico militar.

 La historia dice, que muchos de estos civiles, instigaron a los militares a aplicar políticas neoliberales con el propósito de desmantelar las empresas estatales. Con préstamos de la banca del Estado participaron en pingües subastas, generando muchos de los grupos económicos vigentes. 

Es gráfico afirmar que el modelo neo liberal fue aplicado en Chile a un cuerpo social sin anestesia. Las lágrimas de impotencia de muchos jefes de hogares  cesantes, sin posibilidades de descargar su bronca acumulada ante tanta injusticia, se sumó a la rabia de  los políticamente excluidos.  Mientras tanto,  Sergio de Castro, Pablo Barahona y Alvaro Bardón, economistas colaboradores cercanos a Pinochet, le convencían que si aceptaba su recetario, iba a dar paso a un verdadero milagro económico,  y por tanto, a la inmortalidad de él  como  un gran estadista.

 Chile se transformó en aquellos años en un gran  ofertón. 

Ayudados por el Capitalismo Popular,  José Yuraszeck y sus colaboradores se apropiaron de Chilectra dando lugar a Enersis; los yacimientos de salitre y yodo  explotados por  SOQUIMIC, pasaron a ser de propiedad de Julio Ponce Lerou.  El sistema de pensiones fue privatizado, gracias a José Piñera, dando paso a las AFP, en cuyos directorios se enquistaron hombres de confianza del  nuevo estrato.  En nuestra Región, la Corporación de Magallanes, que venía  siendo un poderoso instrumento para el desarrollo regional,  en 1976,  fue fagocitada.

La justificación ideológica que necesitaban las “modernizaciones” fueron aporte de Hernán Büchi.  Hábilmente Carlos Cáceres con Rolf Lüders se encargaron de sacar plata del erario nacional, para salvar los bancos quebrados por la crisis de 1983.  En las Escuelas de Economía abiertas a la nueva ideología, mezcla de gremialismo, nacionalismo y Opus Dei,  avalancha de acólitos de Chicago  viajaban a la Metrópolis para aprender nuevos artilugios.   En Chile el  ciudadano común,  juntaba rabia a la vuelta de cada esquina de un país,  que  pronto perdería el miedo. 

Ramón Arriagada

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