AFP: un candidato… ¿puede mentir impunemente?
Escribe Luis Casado – 14/06/2013
Vamos
al grano: se trata de Allamand, de Longueira y de Velasco. En el curso
de los soporíficos y mediocres debates de primarias los tres sostuvieron
que los sistemas de previsión solidarios están quebrados y que conviene
fortalecer, reformar, regular o adaptar el escandaloso sistema de
capitalización que administran las AFP.
Si
los sistemas solidarios estuviesen quebrados… ¿cómo explicar que en
Europa millones de asalariados salen a la calle a defenderlos y que la
propia derecha francesa –por ejemplo– niega tener la intención de
cambiarlo?
El
sistema solidario de previsión, uno de los pilares del Pacto Social
francés, sostiene desequilibrios financieros –eso es verdad– después de
haber mantenido excedentes de los cuales se apropió el Estado para
financiar otros gastos e inversiones en el marco de los presupuestos
públicos.
¿De
dónde provienen esos desequilibrios? Todo sistema tiene dos columnas:
de un lado la columna de los ingresos, provenientes de las cotizaciones
salariales y patronales, y del otro lado la de los egresos, es decir los
pagos de las pensiones servidas. Un desequilibrio se produce cuando
bajan los ingresos sin modificar proporcionalmente los egresos, y/o
aumentan los egresos sin modificar proporcionalmente los ingresos. Así
de sencillo. Cualquier estudiante de contabilidad de primer año lo sabe,
y Allamand, Longueira y Velasco debiesen saberlo.
¿Qué
explica los desequilibrios del sistema solidario francés? Por una
parte, la reducción de los ingresos. Al llegar François Mitterrand a la
presidencia en 1981, la riqueza producida en Francia se distribuía
grosso modo como sigue: 75% remuneraba el trabajo, y 25% remuneraba el
capital. Veinte años más tarde –diecisiete de los cuales de gobiernos
socialistas– la remuneración del trabajo había disminuido en 10 puntos
de PIB, lo que corresponde hoy en día a unos 200 mil millones de euros
anuales. Esa gigantesca masa de dinero pasó a remunerar el capital, y no
paga ni cotizaciones ni impuestos (ya veremos más adelante).
En
el curso de los últimos treinta años, los salarios en Francia (y en
Alemania) se han estancado: no progresaron, generando un insuficiente
poder adquisitivo que explica en buena medida la crisis actual y su
secuela de desempleo, pobreza, miseria, endeudamiento de los hogares,
etc.
Ambos
fenómenos provocaron una sustancial perdida de ingresos en el sistema
de previsión, al tiempo que aumentaban los egresos en razón del aumento
del número de pensionados, simple fenómeno demográfico. De ahí proviene
el desequilibrio.
Pero
hay más: la crisis provocada por esta redistribución del ingreso a
favor del capital generó millones de desempleados que no cotizan al
sistema de previsión. En este momento, Francia ha superado todos los
records históricos en materia de desempleo: más de tres millones cien
mil franceses están en el paro, sin esperanzas de reintegrarse a la
actividad productiva. El paro en España supera el 25%, en Grecia el 20%,
y en toda la Unión Europea el 12,6%.
Sólo
por esa causa la pérdida de ingresos en el sistema de previsión (y de
protección social: salud, familias, etc.) es fenomenal, mientras la
progresión de la remuneración del capital es significativa al punto que
hasta la OCDE tuvo que reconocerlo:
“Estos
tres últimos decenios, la parte del ingreso nacional constituida por
los salarios y elementos accesorios del salario – la parte del trabajo –
ha disminuido en la casi totalidad de los países de la OCDE.”
(Perspectives de l’Emploi de l’OCDE 2012).
Paralelamente,
se han desarrollado dos métodos criminales de reducción de los
impuestos de las empresas y de la ínfima fracción de la población (0,1%
más rico) que concentra la riqueza.
El
primero tiene que ver con la “competencia” en materia fiscal que se
libran los países de la Unión Europea con el fin de atraer inversión
extrajera, o para impedir que sus propias empresas se vayan a otro país
más “generoso” con la inversión privada. Transformándose en paraísos
fiscales, países como Irlanda o Lituania lograron mostrar un rápido
“crecimiento” y transformarse en pocos años en una suerte de Chiles
europeos. Cuando se produjo la crisis fueron los primeros en hundirse, y
durante varias décadas sus pueblos tendrán que pagar la borrachera que
hizo la fortuna de las multinacionales.
Este
fenómeno perverso ha llevado a grandes potencias como Francia y
Alemania (50% del PIB europeo) a reducir la presión fiscal de sus
propias empresas, reduciendo aún más los ingresos fiscales. En un
momento en el que tuvieron que salvar a sus bancos rufianes que
perdieron cientos de miles de millones de euros en la especulación con
productos financieros basura.
Resultado:
aumentó brutalmente el endeudamiento de los Estados. Como precisa el
reputado economista Jacques Sapir, convirtieron la deuda privada en
deuda pública (lo mismo ocurre con los EEUU). ¿Te suena conocido?
El
segundo método criminal de reducción de los impuestos que pagan las
empresas es la llamada “optimización fiscal”. Se trata simplemente de un
procedimiento delictivo que conocemos como evasión de impuestos. Toda
la banca europea, toda (aún cuando casos como el del banco HSBC son
particularmente escandalosos), ha facilitado el tráfico de masas
inimaginables de beneficios que se van a paraísos fiscales como Suiza,
Luxemburgo, las Islas Anglo-normandas, Mónaco, Andorra, Lichtenstein y
otros más lejanos (Islas Caimán, Singapur…) sin pagar ni un euro de
impuestos.
A
tal punto que el folklórico José Ángel Gurría, Secretario General de la
OCDE, confiesa: “Es difícil combatir las prácticas fiscales de las
multinacionales”. Este menda fue entrevistado por la prensa porque la
OCDE “detectó” que muchas multinacionales pagan el 5% en impuestos de
sociedades cuando las pymes abonan el 30%... Eso es lo que Gurría llama
“prácticas fiscales de las multinacionales”.
Sólo
la evasión fiscal en Francia representa 60 mil millones de euros
anuales, ¡o sea tres veces el monto del déficit de la Seguridad Social!
Hace
muy poco, gracias a los datos proporcionados por un funcionario francés
del banco HSBC, Emilio Botín, presidente del banco Santander, tuvo que
pagar más de 300 millones de euros de multa por fraude fiscal. ¿Cuánto
habrá robado el Sr. Botín, el bien nombrado?
Mega
empresas como Amazon, tienen sus sedes en paraísos fiscales
(Luxemburgo, Delaware…), en direcciones truchas (en Luxemburgo se trata
de una dirección de correo por la que pasan miles de millones de euros
de cifra de negocios… y en la cual no hay ni un solo funcionario), y
pagan un ridículo 6% de impuestos por sus negocios planetarios.
Lo
más curioso, es que reciben subvenciones para que se instalen en
Europa, de los mismos Estados en los que cometen fraude fiscal: Francia,
que le acordó a Amazon unos trescientos millones de euros de
subvenciones, le reclama el pago de mil millones de euros por fraude
fiscal en este mismo momento.
También
es conocido el caso de Google, Apple y Microsoft, que mantienen cientos
de miles de millones de dólares de beneficios fuera de los EEUU porque
si los internan… tendrían que pagar impuestos. Sus lobistas presionan
para que el gobierno federal (el más endeudado del planeta) ¡les acuerde
una amnistía fiscal! Y vivan los lobistas.
En
Europa (y en los EEUU) la evasión fiscal del riquerío llega a niveles
caricaturales. Los conocidos casos del actor Gérard Depardieu en Francia
(ahora es ciudadano… ¡ruso!) y del célebre Lionel Messi en España, no
son sino epifenómenos sin ninguna importancia: la justicia francesa
investiga con muy pocas ganas listas de cientos de multimillonarios,
políticos, ex ministros y altos funcionarios que defraudan al fisco
desde hace décadas.
El
caso de Jérôme Cahuzac, ministro del Presupuesto de François Hollande, o
sea el encargado de la lucha contra… el fraude fiscal, es sintomático:
Monsieur Cahuzac había sido presidente de la Comisión de Finanzas de la
Asamblea Nacional al tiempo que tenía cuentas secretas en Suiza y en
Singapur… Su hermano era presidente del banco HSBC-France, el mismo cuya
industria más rentable era precisamente el tráfico de beneficios y el
fraude fiscal.
Entretanto,
las “soluciones” que se les ocurren a los gobiernos europeos para
equilibrar las cuentas de la previsión consisten en hacer pagar más y
más… a los afiliados: menores pensiones, edad de jubilación más alta que
se aproxima a los 70 años, aumento de cotizaciones salariales (y
reducción de las cotizaciones patronales para mejorar la
“competitividad” de las empresas…).
No.
Los sistemas solidarios no están quebrados: simplemente están siendo
asesinados para engrosar los beneficios de un puñado de multinacionales.
Todo
esto es público. Allamand, Longueira y Velasco lo saben. Y cuando
sostienen que los sistemas de previsión solidarios están quebrados…
Mienten.
Ningún
periodista obediente y sumiso iría hasta hacer su trabajo
interpelándoles durante los debates. No están allí para eso, sino para
servir la sopa. Los candidatos pueden seguir mintiendo impunemente.
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