SEGUNDA ÉPOCA

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viernes, 7 de junio de 2013

La universidad y su misión perdida - Ramon Arriagada desde Natales

Parece increíble que instituciones tan beneméritas como han sido las universidades, estén contribuyendo -para cumplir con sus políticas de financiamiento- a correrle el lazo en el cuello a nuestra clase media. Una de mis crónicas pasadas la dediqué a informar como los bancos se subieron por el chorro, ofreciendo créditos propios “super-estudios”, mimetizándolos con el ahora desprestigiado Crédito con el Aval del Estado (Cae) y los créditos Corfo.

Lo concreto es, cuando se supo que producto de las movilizaciones estudiantiles ningún profesional endeudado, iba a pagar más allá de un porcentaje de su sueldo. Que los créditos al cancelarlos no pagarían más de un 2 % de interés. Los endeudados respiraron con el alivio de Muxol. Hoy, la clase media decepcionada, canturrea… “señores que vergüenza, que clavos fabricáis, el pueblo se da cuenta de cómo lo engañáis”.

Los créditos de los bancos para estudios superiores, siguen pagando las tasas de un crédito de consumo. De pura vergüenza, la mayoría de las instituciones bancarias, ha eliminado este año sus ofertones para educar hijos. Los trípticos mostrando licenciados con togas, rodeados de sonriente familiares, desaparecieron.

En esta “quitá de paraguas” a la clase media emergente y sufriente, colaboran las universidades, los sagrados templos del saber, que siguen subiendo los precios de las carreras, aumentando la distancia entre el arancel real y el arancel de referencia. Los hasta ayer faros del conocimiento, con comunidades rigurosas en fijar su filosofía, el sistema las ha obligado a obtener plusvalía en su función de educar. Elegante manera de eludir la palabra lucro. Si bien es cierto la clase media por problemas de convencionalismo y arribismo es incapaz de organizarse y gritar públicamente sus penas, lamiendo silenciosamente sus heridas; es capaz de generar corrientes de opinión, como napas subterráneas que socavan cualquier terreno. El titular del diario La Segunda del sábado pasado es reflejo del estado infame, indigno al enfrentar la clase media un nuevo drama: cómo financiar la brecha entre lo que cubre el fisco y el arancel real de las carreras.

El noble concepto de autonomía, que siempre defendieron nuestras universidades, hoy es utilizado para presionar a los futuros clientes, elevando los aranceles a su acomodo y amaño, siendo incapaz el Estado de intervenir en la avalancha de precios. Otra razón para pensar que la universidad perdió su misión.

RAMON ARRIAGADA

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