Un error al salir de Bariloche a la carretera principal para continuar
mi viaje hacia el sur, hacia la Patagonia profunda, me hizo tomar
conciencia de lo que no se debe hacer en nombre del turismo.
Mirado desde lo alto, Bariloche me hizo recordar los episodios
relacionados con los primeros visitantes: aquellos que escucharon en la
profundidad de sus bosques a orillas del apacible lago Nahuel Huapi, el
quehacer bullicioso de los habitantes de la Ciudad de los Césares.
Aquellos que el cura Mascardi en 1669 pretendía evangelizar.
Al bajar al plano de la ciudad y observar la urbanización y la
utilidad que el hombre le ha dado, buscando la satisfacción de sus
necesidades, llegas a la conclusión que aquellas tierras bendecidas por
el Hacedor, no merecían la presencia envilecedora de quienes hoy las
visitan. El turismo en Bariloche ha traído a los hoteles de su casco
principal a bandadas de jovencitos, que embriagados celebran el fin del
período escolar, dando muestras evidentes que jamás llegaron al
lugar para observar la naturaleza en su máximo esplendor.
Esa mañana de noviembre, saliendo equivocadamente de Bariloche, a pocas
cuadras del centro neurálgico en donde funcionan las industrias sin
chimeneas del turismo, la constatación de estar frente a los barrios
miserias, los monumentos no considerados en los trípticos
promocionales, ahí está la pobreza dura de la marginalidad. Son los
mismos pobladores que hace unos pocos meses supieron de saqueos a
supermercados, en una asonada que llenó de vergüenza al destino
estrella del turismo argentino.
La semana pasada llegó la noticia del quinto lugar de nuestro Parque
Nacional Torres del Paine en un suplemento del National Geographic,
elegido entre los cien lugares más lindos a visitar en la superficie
terrestre. “The world´s most beautiful places” se llama la
publicación y tiene un tiraje de 415 mil ejemplares de distribución
mundial, y eligió para su portada precisamente a nuestro monumento
natural.
Extrapolando esta grata noticia de un valor incalculable en la promoción
de nuestro parque, con mis vivencias -saliendo de Bariloche hace dos
años- me es incomprensible que existan personas y personajes que
esperan alguna “ventajita” en terrenos cercanos a tan majestuoso
paisaje, para, según sus engoladas y altruistas explicaciones, poblarlo
para entregar un buen servicio al viajero.
A ese mismo visitante que viene al Parque Nacional Torres del Paine por
ser este un lugar donde aún no hay paisajes intervenidos por el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario