SEGUNDA ÉPOCA

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martes, 2 de julio de 2013

Así me gusta Chile - Ramón Arriagada



Este país es como el picarón, no sabe donde está  su  centro. Todos andan por Chile preguntándose hacia dónde se fue el centro.  Esto después que el candidato Orrego, haciendo gala de  político para desafíos extremos, no quedó en la vitrina de proyección presidencial.   Todos miran con  cierto recelo a Andrés Velasco,  pensando que en él,  se ha reencarnado el espíritu del centro.  

Algunos  analistas políticos plantean después del domingo,  con  la pérdida de Allamand, el centro ya no existe, pues quedan dos candidaturas como Bachelet y Longueira que son confrontacionales;   actitud que nunca ha sido atractiva para  el votante de centro típico.   Allamand  le ha dicho a  la UDI que ellos han ganado gracias a la cota 1000, es decir, el votante de los barrios acomodados. A la vez los partidarios de Longueira  “el jamás vencido”, lo elevan como ejemplo de la UDI popular y proletaria.

Tarea para las escuelas sociológicas en Chile.  La sociedad chilena necesita destruir los mitos que  los poderes han construido  para perpetuar su dominación.  A comienzos del siglo pasado, los aristócratas, para distinguirse de los siúticos, se llamaban asimismo caballeros o gente de sociedad o de familia.  A juicio de  Carlos Vicuña,  dichas nominaciones  la clase media  las trataba de asimilar  como suyas para diferenciarse del pueblo bajo.  En aquellos años  para un aristócrata, la sociedad estaba dividida en tres clases: caballeros, siúticos y rotos;  esa clasificación la proclamaban sin siquiera ruborizarse.

Con el  ascenso  de nuevos estratos  sociales a la vida política del país; sumado a lo anterior  la irrupción  en el mercado de sectores hasta ayer marginados,  todos  hablan con el ceño fruncido y convencidos “que el país ha cambiado”.  Pero  muchos se sorprenden de lo sucedido el  domingo.   Todos andan buscando el centro.  Y pienso que costará encontrarlo. Ya no es fácil encasillar y estratificar a esta encabritada sociedad chilena.  La derecha se siente herida porque hace cuatro años atrás fue favorecida con la elección presidencial.  Hoy le han vuelto la espalda.  

Quizás lo que tiene más exasperado a los ideólogos del apocalipsis,  la imposibilidad de espantar a los nuevos chilenos con trasnochadas campañas del terror.   Ya no hay masas imberbes e irreflexivas.  El chileno, hasta ayer autárquico,  ya viaja por todo el mundo,  en su afán de superar  la modestia, el recato y la austeridad de la  generación de sus padres,  no sólo se satisface con bienes materiales,  sino también con cultura y educación.   

RAMON ARRIAGADA

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