Ante la posibilidad, casi cierta, de que el Partido
Comunista forme parte de la coalición
opositora y, eventualmente, de ese futuro gobierno, se ha producido un debate
en torno a este tema donde no han faltado los dimes dimes y diretes entre dirigentes de ese
partido y de la DC, con la participación
lateral e interesada de la derecha y de
sus medios asociados.-
Uno comprende que la derecha
vaya con todo cuando se trata del Partido Comunista y que, además, trate
de allegar agua al molino de sus candidaturas, y de acomplejar psicológicamente
a la DC con los
fantasmas del pasado. ¿Pero la DC deberá pisar el palito del anticomunismo
endémico de la derecha o tener una mirada realista y más propia del siglo 21
sin muros y sin murallas?
Ese escenario adquiere, ahora, más posibilidades con el apoyo que acaba de dar el PC a
Michelle Bachelet para las primarias presidenciales del 30 de Junio próximo, lo
cual significa que, de mantenerse la actual tendencia, la DC, irremediablemente, se va a
enfrentar con la disyuntiva de tener que decidir si formar parte o no de una
misma coalición con el Partido Comunista.
Esta decisión no será
fácil, habida consideración de los antecedentes existentes en torno al tema.
¿Porque, qué es lo que molesta específicamente a la DC?
¿Es la postura del PC frente a Cuba respecto de la situación
de los derechos humanos y una que otra declaración, casi anecdótica, respecto
de Corea del Norte?
Al parecer, esto no es sino el reflejo de algo más profundo
que, en definitiva, se traduce en el
hecho de que el PC avale un régimen político que relativice en otro país, Cuba
en este caso, principios tan altamente valorados en Chile como es la doctrina de los derechos
humanos.
Es decir, lo que molesta a la DC es que el partido comunista no condene la
violación de los derechos humanos que se producen en Cuba y que, al no
compartir dicha postura, esto devenga en un escenario que dificulte la posibilidad
de formar parte de una misma coalición opositora y, eventualmente,
gubernamental.-O sea se trataría de una cuestión de principios, es decir de una
cuestión doctrinaria.-
Lo ha dicho Claudio Orrego (y también Andrés Velasco) de que
en caso de ganar las elecciones, el PC no formaría parte de su gobierno; nada
han dicho si eso implica también, rechazar un eventual apoyo del PC a sus
candidaturas o el simple hecho, pero no menos importante, de rechazar también
los votos comunistas.
Conviene, entonces, aclarar este incordio: si para formar
parte de una misma coalición electoral, y con mayor razón de una misma
coalición gubernamental es menester
compartir o concordar posiciones doctrinarias, sobre todo en una materia tan
importante como los derechos humanos.-
Al parecer el problema se reduciría a una posible coalición
gubernamental, toda vez que en materia electoral se han producido acuerdos para
terminar con la exclusión del partido comunista de manera bastante exitosa como
que éste tiene 3 diputados y varios Alcaldes y concejales que, de no haber
existido dicho acuerdo, tal resultado, probablemente, no se habría producido.
De tal manera, que recibir y aceptar los votos de los
comunistas no sería el problema porque, como ya se ha dicho, esto ha sucedido
no solo en las recientes elecciones municipales y parlamentarias sino también
en todas las últimas elecciones presidenciales.
La diferencia que antes, el PC aportaba sus votos desde
afuera y por ello nadie planteaba cuestionamientos doctrinarios y, ahora, tal
partido quiere participar no solo aportando sus votos, como mal menor, sino que apuesta a un diseño distinto aspirando
a participar como socio en la coalición electoral y, también, en un eventual
gobierno de dicha coalición.
Entonces, claro, se plantea, hay una cierta diferencia.-
Para formar una coalición, es menester compartir cuestiones
doctrinarias?
La verdad es que, la formación de una coalición o pacto político, formado por
partidos que tienen distintas corrientes doctrinarias, implica la búsqueda
de un mínimo común denominador de
acuerdos que superen las diferencias, sin que éstas dejen de existir puesto que,
se trata de partidos diferentes, y cuya rica diversidad es una fortaleza que reflejará
la realidad del país pero que, al mismo tiempo,
pueda demostrarse capaz de
alcanzar una plataforma común. Es decir, unidad en la diversidad.
Esta unidad se logra sobre un programa concreto que debe ser
aplicado en un periodo determinado, o sobre un tópico concreto de relevancia
política. Y naturalmente ese programa no reflejará todas las aspiraciones del
partido porque, al entrar en sociedad deberá posponer varios, y probablemente
algunos muy importantes de sus puntos de vista, en aras de ese mínimo común que
le da la base de sustentación a la existencia de una coalición. Es más, la sola
existencia de una coalición supone la disponibilidad a bajar las banderas
propias en la búsqueda de un denominador común en el cual, en todo caso, los
acuerdos superen a las diferencias.-Si éstas son mayores que aquellos, entonces
no es posible una coalición.-Esta, siempre va a suponer que el mínimo común
denominador sea un consolidado en que los acuerdos superen a las diferencias.-
Por lo tanto, no hay que tenerle miedo a las diferencias en la medida que los acuerdos sean mayoritarios.-Para ello, se bajarán aquellos aspectos doctrinarios, ideológicos o políticos que sean incompatibles con los puntos de vista de alguno de los socios, puesto que, en esta materia, es difícil, sino imposible, la regla de la mayoría, más bien debe existir unanimidad; piénsese, por ejemplo, en el aborto, materia en la cual,probablemente,nunca va a existir acuerdo, por lo cual este punto formará parte de las diferencias y no de los acuerdos, manteniendo cada uno sus puntos de vista.
Por lo tanto, no hay que tenerle miedo a las diferencias en la medida que los acuerdos sean mayoritarios.-Para ello, se bajarán aquellos aspectos doctrinarios, ideológicos o políticos que sean incompatibles con los puntos de vista de alguno de los socios, puesto que, en esta materia, es difícil, sino imposible, la regla de la mayoría, más bien debe existir unanimidad; piénsese, por ejemplo, en el aborto, materia en la cual,probablemente,nunca va a existir acuerdo, por lo cual este punto formará parte de las diferencias y no de los acuerdos, manteniendo cada uno sus puntos de vista.
Por otro lado, un programa de gobierno es algo acotado en el
tiempo y en las materias acordadas, en la medida que él debe tener un mínimo de realismo y responsabilidad
con lo que es posible o no posible hacer
en el periodo presidencial para el cual se construyó el acuerdo, sin perjuicio
de que se puedan sentar las bases para programas de más largo alcance.
Por lo tanto, nunca en un programa de gobierno van a estar
en juego las diferencias más importantes, desde el punto de vista doctrinario,
ideológico o político porque simplemente en esos tópicos jamás va a existir
acuerdo.-La pregunta es, entonces, si a pesar de esas diferencias es posible un
acuerdo sobre la base de un mínimo común
denominador para un programa acotado de gobierno olvidándose de las diferencias
insalvables.
Aquí entramos al fondo del problema.
Es posible pensar distinto y tener ideas o visiones
diferentes del mundo y de la vida y de la forma en que debe organizarse la
sociedad? Naturalmente que sí, aunque durante la dictadura, en la Constitución del 80,
se sancionaba como delito, en el famoso artículo 8°,la profesión de
determinadas ideas.-Tal artículo fue derogado, y con razón, al llegar la
democracia, puesto que no puede la sociedad sancionar el hecho de profesar
determinadas ideas. Se sancionan los hechos y las conductas, no las ideas.
En este plano, es un hecho cierto y aceptado por todos que
el Partido Comunista tiene en el plano de la teoría y de la doctrina política un
sistema de ideas totalmente distinto a las que profesa la Democracia Cristiana.-Y
también es verdad que la DC
respeta y acepta que el PC tenga sus ideas y se organice como partido político
y participe plenamente de la vida política democrática de Chile desde siempre,(
piénsese en el discurso de Radomiro Tomic con ocasión de la proscripción del PC
a propósito de la ley de Defensa de la Democracia).Jamás la DC ha sido partidaria de
proscribir al PC por las ideas que profesa. Nunca las ideas del PC han
molestado a la DC
al punto de negarle su existencia como partido.-No las comparte y las puede
combatir, pero jamás al punto de no permitir que las sostenga y ciertamente que
las difunda.-Las ideas se combaten con ideas.-
En ese plano, la mirada que puede tener el PC respecto de
Cuba, desde el punto de vista doctrinario, es, naturalmente, muy distinta de la
que tiene la DC
porque ambos parten de un sistema de ideas diferentes. La mirada del PC es a
partir del marxismo-leninismo, que ese partido profesa, con pleno conocimiento
y aceptación del país, como que participa plenamente de la vida institucional
desde unos 100 años a la fecha.-No
podría, ahora, la DC,
alegar desconocimiento de las ideas del PC
y extrañarse de sus posturas.-No son por sus ideas por las que el PC es plenamente aceptado en el sistema
político chileno.-, El PC es aceptado, no obstante adscribir al marxismo
leninismo, porque se atiene a las reglas del juego del sistema entre las cuales
está la posibilidad de cambiar la sociedad mediante el libre debate de las ideas y
porque,además,eso excluye el recurso de la violencia.-
En consecuencia, el PC tiene pleno derecho a profesar el
marxismo leninismo como la derecha a profesar el neoliberalismo, con la única
condición para ambos de atenerse a las reglas del juego democrático.-
El PC nunca ha tenido la posibilidad en Chile de poner en
práctica su modelo alternativo al capitalismo; y no la tuvo, incluso, en la
época de una correlación de fuerzas más favorable en el mundo de la guerra fría
con la existencia de la
Unión Soviética. Sin duda, hoy día existen condiciones menos favorables,
no obstante la existencia de potencias mundiales que profesan y practican el
marxismo leninismo, sí bien es cierto que en contextos culturales muy
diferentes a los nuestros.
Pero, así y todo, el PC sostiene, en el Chile de hoy, sus
tesis de un modelo alternativo al capitalismo lo que constituye un derecho que
esta sociedad no solo le reconoce sino que, más aún, le acepta, y le permite
para que compita por sus ideas, las
difunda y las someta al escrutinio público; y es lo que ha hecho el PC en sus
100 años de existencia.-Otra cosa, es el grado de penetración y aceptación que sus
ideas y propuestas hayan podido tenido en la sociedad.
Al pretender, el PC, formar parte de la coalición opositora,
cabe de cajón que no lo hace pretendiendo que en el mínimo común denominador
acordado uno de sus capítulos
sea su sistema de ideas
doctrinarias. Tal pretensión (que por cierto nunca ha existido) haría y hace
inviable una tal coalición.-Es justamente, dejando de lado su modelo de
sociedad basado en el marxismo leninismo, lo que hace viable una coalición con el PC.
Claro que no sería propio de la política que, aparte de concordar un mínimo
común denominador programático, los partidos se hicieran exigencias mutuas de
renuncias a sus postulados doctrinarios. No se trata de formar un solo partido.
Tal asimetría no sería racional. Se trata de que, no obstante las diferencias,
se pueda construir un proyecto y programa para un periodo concreto de un ciclo histórico del país. Es claro, que el
hecho de haber formado parte de la Concertación jamás significó o pudo significar
para la DC una
renuncia a su doctrina y cuerpo de ideas.-
¿Por qué, entonces, habría de
hacérsele tal exigencia al PC?
Frente a un programa
de gobierno o a un tópico concreto de relevancia política no veo cuál sería la
dificultad doctrinaria para que la
DC pudiera sellar determinados acuerdos programáticos o
específicos con cualquiera de las fuerzas políticas que actúan dentro del
sistema, en la medida que tales programas o puntos específicos sean para el
“aquí y el ahora”, sin comprometer éticamente sus convicciones. Así ha sido,
por lo demás, históricamente. Baste recordar, la conformación de la CODE, el año 1973, pacto
electoral que se formó para enfrentar una coyuntura que la DC estimó, legítimamente, en
ese contexto histórico, como necesario para enfrentar el cuadro
político-institucional que vivía el país en ese entonces, no obstante que en la
derecha, con toda seguridad, se incubaba gran parte de los que posteriormente
serían actores relevantes de la dictadura y cuya estela los persigue hasta
nuestros días. O el acuerdo para un tópico de gran relevancia política
alcanzado con la UDI
para dictar una ley exprés que permitiera salir a la DC del atolladero
autoinflinguido de mal inscribir sus candidaturas parlamentarias. O
recientemente, el acuerdo alcanzado con Renovación Nacional para cambiar el
régimen político y específicamente el sistema binominal, no obstante que dicho
partido, una vez más, incumplió su palabra en esa materia.
Hoy día, 23 años después del término de la dictadura, el
binominal es la camisa de fuerza del sistema y una vida más justa e igualitaria es el sentimiento
generalizado de la sociedad, cuestiones ambas que la derecha de una manera
torpe y miope se niega a aceptar. Para realizar esos cambios es menester
conformar una gran mayoría política y social que se adelante a las
premoniciones que dicen que los “cambios se harán a la buena o la mala”. La DC quiere hacerlas a la buena.-Pero,
para ello, tal mayoría política y social
debe ser contundente. Naturalmente, que
no es esto una cuestión doctrinaria.
Es
el máximo realismo político de lo que el país demanda. Nada de ello es óbice para una adecuada y correcta
negociación que cautele debidamente los intereses de la DC, lo que dependerá, entre
otros factores, cómo no, de la capacidad política de sus dirigentes.
El que no
quiera oír que no oiga.
Mayo del 2013.
Francisco Huenchumilla Jaramillo
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