A raíz del
nuevo lío de Golborne, recordé un libro que leí a comienzos de año, cuyos
contenidos me impactaron, pues estaban referidos a los llamados “ Paraisos
Fiscales”. “El Capitalismo
Clandestino” es ese tipo de libros que
leemos por curiosidad sociológica, pero
también para interpretar movimientos de dineros, en un mundo donde el sistema
de libre mercado ensalza a los “emprendedores” a acumular mucha plata.
El libro, poco
apto para ser comentado en la conversación diaria con mortales, preocupados y
atribulados de no pasarse de la raya en las tentaciones, que implican vivir en una sociedad que los motiva a
consumir, está escrito por Godefroy y
Lacoumes. Ellos son dos sociólogos, que explican al lector las motivaciones para
escribir, sobre las “ovejas negras” de
la economía capitalista.
A quienes
optan por estos paraísos, son vistos como,
“parásitos fiscales y financieros que minan la confianza de los
inversores y desestabilizan el libre mercado”.
En los últimos años de crisis económica y de sufrimiento para muchos
seres en el mundo,
ha sido posible percibir los efectos perversos de la creciente movilidad de los flujos
financieros; además de los usos
delictivos y opacos en los circuitos bancarios, especialmente los que permiten
acceder a los Centros Offshore.
La palabra
inglesa “ offshore”, se refiere a centros financieros- ubicados en países o
territorios- en que está legitimada una
reglamentación para actividades financieras de dineros extraterritoriales. Garantizan a sus
clientes reservas en capital y
vigilancia. Organismos como el FMI y
OCDE, se han referido a algunos de dichos centros financieros, de participar en
la “economía del crimen” o incluso del terrorismo internacional.
Los “Paraísos
Fiscales” de mayor recurrencia están ubicados en islas del mar Caribe y
dependen administrativamente de Gran Bretaña; son Barbados, Bahamas, Bermudas,
las Islas Caimán y las islas Vírgenes Británicas. En esta última Lawrence Golborne tiene registrada una
sociedad con el nombre de “Sunford Managment Corp”, la cual no declaró
patrimonialmente cuando asumió como Ministro de Obras Públicas. Sus justificaciones sobre la no
declaración, lo hundieron aún más. El
formar parte de una economía sumergida y enrolarse entre los mal vistos “ viajeros fiscales” lo hacen
impresentable como presidenciable.
Un lector
de El Mercurio a propósito de lo acontecido con Lawrence
Golborne, ha traído a colación aquella máxima de un famoso pensador que dictamina…”El honor no se gana en un día,
para que en un día pueda perderse. Quien en una hora puede dejar de ser
honrado, es que no lo fue nunca”.
RAMON ARRIAGADA
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